El infanticidio: los asesinatos de los que nadie habla

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Desde el 2020, muchas personas han sufrido numerosas pérdidas humanas por el COVID-19. Pero la otra pandemia, la de la violencia contra las mujeres y las niñas, también sigue dejando víctimas. El año 2020 fue aquel con el mayor número de asesinatos de mujeres, con un total de 115. Tan solo en su primer trimestre, hubo un aumento de la violencia contra las menores de entre 0 a 17 años en un 39%, según la Red Nacional de Refugios. Ni el coronavirus ni las medidas de confinamiento impidieron que siguiera creciendo el número de infanticidios femeninos.

Hoy en día, uno de los 10 feminicidios que ocurren diariamente es un infanticidio femenino. Los datos recolectados por la Organización por los Derechos de la Infancia comprueban esta información. Esta institución publicó un estudio con la comparativa entre los casos ocurridos entre el año 2015 hasta enero del 2022.

La violencia contra las menores ha aumentado. Mientras en 2015 se registraron 50 delitos contra niñas y adolescentes a nivel nacional, estos ascendieron a 107 en 2021. Hubo por tanto un incremento de casos de un 214% entre el 2015 y 2021. En todo el periodo, se produjeron un total de 576 infanticidios femeninos.

Gran parte de los casos de feminicidio tenían como antecedentes diversas demostraciones de violencia. Por ello, debemos tener en cuenta que la violencia doméstica y las desapariciones están relacionadas también con este fenómeno.

Según un estudio en incidencia delictiva y llamadas de emergencia registradas al 911 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el 2021 hubo un total de 107 feminicidios de menores. En promedio, se dieron nueve feminicidios mensuales, y 13,758 lesiones. Esto significa que cada día, al menos 37 niñas sufrieron violencia física.

Según el SESNSP de la Incidencia Delictiva del Fuero Común, solo en enero de 2022 ocurrieron 75 infanticidios femeninos. El mayor número ocurrió en el Estado de México, con 16 asesinatos. Esto sin contar los múltiples casos que no son identificados ni denunciados.

Considerando todos los feminicidios registrados, un tercio se concentran en solo tres estados del país. El Estado de México es la entidad con más casos: 97. Lo siguen Veracruz con, 48 casos, y Jalisco con 42. Solo en esos tres estados ocurrieron uno de cada tres feminicidios de mujeres de entre 0 y 17 años registrados entre enero de 2015 y enero de 2022.

Las niñas no están seguras en sus casas

En nuestro país, una niña es asesinada por sus padres cada dos días. Así lo revelan los datos de Mortalidad del INEGI 2012-2017. Es muy común que los varones cometan los infanticidios. Sin embargo, en el ambiente íntimo, nos topamos con una realidad sorprendente. Es posible que el familiar que más asesina a las niñas sean las propias madres. Fueron 22 de los 156 casos en los que se pudo identificar al agresor. El segundo más frecuente es el padre de la víctima con 20 casos. Le sigue el padrastro, con 14 casos, alguno de los tíos con 9, de los abuelos, con 3, o los hermanastros, con 2.

El 59% de los homicidios se comenten en contra de las menores de siete años. Hablando solo del año 2018, según estadísticas preliminares del INEGI, de 433 homicidios contra menores de 15 años solo en 18 casos la autoridad pudo identificar al agresor. Cabe recalcar que todos estos asesinatos se dan en un contexto que no fue la calle. En 14 de estos casos, el asesino fue un familiar. En el caso de las niñas, en la mayoría de las ocasiones, su propia madre.

Según la Red por los Derechos de la Infancia, hubo un pico de casi 7 millones de llamadas de emergencia por aumento de la violencia familiar. El 46% de las hijas e hijos de las mujeres que pidieron apoyo fueron víctimas de violencias en sus propias casas. Cuatro de cada 100 de estos casos reportaron intentos de feminicidio.

Los únicos tres estados donde el filicidio está tipificado

Es lamentable que en casi ningún estado existan códigos penales para castigar el “filicidio”. Nayarit, Coahuila y Tamaulipas son los únicos estados donde está tipificado como asesinato de un hijo. La pena se castiga con prisión de mínimo 7 y un máximo de 50 años. Jalisco y Chiapas enmarcan los homicidios por parentesco, incluidos los homicidios de hijos, como también sucede en España.

En el caso de las entidades donde existe el infanticidio, las penas son mucho más bajas que cualquier otro tipo de homicidio. De alguna forma, los maltratos y asesinatos de niños son vistos como delitos menores. La violencia está normalizada, lo que se traduce en mayor impunidad. Jurídicamente, la voz de los niños no tiene tanto valor. Además, para ser escuchados deben estar acompañados del adulto o del tutor. Corren, por tanto, el riesgo de que la misma persona que los acompaña sea la que los maltrata.

El infanticidio es mucho más común e impune de lo que pensamos

Lamentablemente, las niñas que están en situación de calle, o pasan mucho tiempo en la vía pública, son las más vulnerables de ser víctimas de infanticidio. Es preocupante que 9 de cada 10 sean abusadas de forma física o sexual en algún momento de su vida. Nadie las atiende ni las protege. Pareciera que no hay mucha esperanza, pues en los albergues tampoco hay garantía de protección. De acuerdo a Redim, de 4 niñas que desaparecen al día, asesinan a 3. Sin embargo, el asesinato no es el único tipo de violencia que sufren las niñas. Si tenemos en cuenta el abuso físico, psicológico y mental, 6 de cada 10 son violentadas sin importar su clase social.

Aproximadamente, un tercio de los asuntos que atienden los juzgados penales tienen que ver con violencia hacia las niñas y mujeres. Y no solo con feminicidios; se incluyen abuso sexual, violaciones y acoso, entre otros. Según el Panorama estadístico de la violencia contra las niñas, niños y adolescentes en México, emitido por UNICEF en 2019, el 50% de los delitos cometidos contra menores de edad se relacionan con actos que atentan contra su integridad física. Es decir, homicidios, lesiones, abusos sexuales, violaciones, y patrimonial, como robos en la vía pública.

Según Redim, de cada 100 carpetas de investigación por dichos crímenes, sólo tres alcanzan algún tipo de proceso o sentencia. Así, la coalición de 75 organizaciones civiles que conforman Redim considera que, con la omisión, las autoridades estatales y federales son responsables.

Jalisco, lugar de los infantes desprotegidos

Nuestro estado es el primero en número menores desaparecidos desde el año 2018. Los que le siguen son Puebla, en segundo lugar, y Chihuahua, en tercero. De acuerdo con la Fundación FIND (Fundación Nacional de Niños Robados y Desaparecidos), Jalisco tiene un total de 917 casos sin resolver.

Si nos referimos a los casos resueltos en el estado, desde el año 2010, de 184 asesinatos infantiles, 71 fueron niñas. El dato fue confirmado por medio de las estadísticas de defunciones por homicidios, disponible en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Entre 2015 y 2019, Jalisco se posicionó, según Redim, como el estado más letal con niñas y adolescentes.  Con 55 víctimas en ese colectivo, se situó por delante del Estado de México, Veracruz, y Chiapas.

“En Jalisco sólo hay apariencias”, sentenció en entrevista la abogada Dulzura Ruiz, quien ha gestionado numerosos casos de abuso contra mujeres y niñas. “No se hace un trabajo que verdaderamente resuelva el problema, y es algo muy particular de esta entidad, porque en otros estados hay programas estables”, aseguró.

Qué se puede hacer

La especialista insiste en que debe haber leyes que protejan realmente a las niñas. También debe procurarse la unidad de los distintos organismos, instituciones y gobierno. Solo así se podrá hacer una labor que verdaderamente defienda tanto a las mujeres como a las niñas. “Además, es necesario replicar proyectos que puedan tener un mayor alcance y dejen un registro de lo que se trabajó para poder tener retroalimentación para mejora”, afirmó.

Para erradicar este fenómeno en México se debe contar con suficiente financiación, pero también con capacitación en todos los niveles. Resulta también esencial garantizar el apoyo y la protección a los profesionales de la investigación feminicida. Pero lo más urgente es terminar con la laxitud en la consideración jurídica de los delitos y la impunidad a la hora de ejecutar las condenas. Tampoco ayudan las dificultades de acceso a la justicia, sobre todo si tenemos en cuenta que hablamos de menores muchas veces acompañados por su propio victimario. Pero, pese a lo delicado de cada uno de los casos, la lucha vale la pena para lograr que a las víctimas se les haga justicia y que no haya ni una mujer, niña o adolescente más objeto de feminicidio.

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