En el lenguaje periodístico, el término “Caja China” hace referencia a una estrategia comunicacional utilizada para desviar la atención pública de un tema relevante o incómodo, mediante la difusión de otro hecho noticioso con alto impacto mediático o emocional. Aunque la expresión puede parecer exótica, su aplicación es mucho más común de lo que se cree, especialmente en contextos políticos donde el control de la agenda informativa es fundamental.
¿En qué consiste?
Básicamente, la técnica consiste en eclipsar una noticia que podría afectar negativamente a ciertos actores de poder- por ejemplo un escándalo de corrupción, una crisis económica o una decisión gubernamental impopular- con otra que capte rápidamente el interés del público. Esa “nueva” noticia puede ser un escándalo farandulero, una polémica en redes sociales o incluso un evento fabricado o sobredimensionado. El objetivo es claro: cambiar el foco mediático y distraer a la ciudadanía.
Difusión de la Caja China
El concepto fue ampliamente difundido en América Latina gracias a la película La dictadura perfecta (2014), del director Luis Estrada. En ella, se retrata con crudeza la relación entre medios de comunicación y poder político, y se expone cómo las noticias pueden ser manipuladas para proteger intereses o encubrir realidades incómodas. Desde entonces, el término se ha instalado en el vocabulario cotidiano para referirse a maniobras informativas que buscan alterar la percepción de los hechos.
Pero la “Caja China” no es solo un mecanismo del periodismo político. También tiene un origen narrativo. En literatura, se utiliza para describir una estructura de historias contenidas unas dentro de otras, como ocurre en Las mil y una noches. Sin embargo, en el ámbito informativo, la connotación es mucho menos inocente: se trata de una herramienta de distracción, muchas veces planificada, para moldear la opinión pública.
La batuta narrativa
La clave de su efectividad está en la saturación informativa y en la capacidad de captar atención en un entorno donde las emociones suelen pesar más que los datos. Así, mientras la ciudadanía se conmueve o se indigna con la noticia mas visible, temas de fondo pasan inadvertidos o pierden relevancia.
En definitiva. la “Caja China” es un recurso que se vale del espectáculo y la distracción para alterar las prioridades de la agenda mediática. Su uso pone en evidencia el poder e influencia que tienen quienes manejan la información, y plantea una pregunta urgente: ¿a qué estamos prestando atención… y qué estamos dejando de ver?