Como si estuvieran en guerra, los periodistas están en la línea directa de fuego contra grupos del crimen organizado. Esta vez las víctimas han sido Yessenia Mollinedo y Johana García, asesinadas ayer en el municipio de Cosoleacaque, en Veracruz. La Fiscalía del Estado informó que ambas iban juntas cuando su carro fue acribillado a balazos. El asesinato sucedió mientras estaban estacionadas afuera de una tienda de conveniencia. Mollinedo era la directora del semanario El Veraz y García su camarógrafa. Autoridades locales y federales anunciaron la implementación de un operativo de seguridad para encontrar a los agresores.
Con ellas, ya son 11 los comunicadores asesinados en lo que va del año, y apenas vamos en mayo. Dado el alto número de homicidios de 2022, este año se perfila para ser el más mortífero para la prensa del milenio, superando a 2017. Hasta ahora, 2017 se considera el más letal para los periodistas mexicanos, pues en esos doce meses fueron asesinados 13 reporteros.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos se pronunció sobre los asesinatos. “Reconociendo que ha sido un inicio de año muy lamentable y doloroso por la cantidad de asesinatos de periodistas, esta Comisión Nacional manifiesta su absoluta preocupación por la situación que enfrentan algunos representantes de los medios de información”. Así se lee en un comunicado publicado esta mañana. La Comisión llamó a fortalecer el Mecanismo de Protección contra Defensores de Derechos Humanos y Periodistas.
Un recuento de sangre
Este año ya han muerto 11 informadores. Según la organización Artículo 19, son 156 los periodistas fallecidos por su labor en México desde el 2000. Desde el sexenio de Javier Duarte, Veracruz ha sido el estado más letal para ejercer el oficio. A la fecha, en ese estado han sido asesinados 33 reporteros, incluyendo a Yessenia Mollinedo y Johana García.
Si hablamos de cifras globales de nuestro país, en 2022 apenas estamos a dos víctimas de alcanzar las de 2017. Ese fue el año más violento para la prensa en lo que va del milenio. Se reportaron en esos doce meses 13 asesinatos de periodistas, entre ellos algunos icónicos.
El 23 de marzo, en Chihuahua, Miroslava Breach fue asesinada cuando salía de su domicilio para llevar a su hijo a la escuela. Cerca de dos meses después, Javier Valdez fue acribillado en su vehículo cuando se dirigía a las oficinas de Riodoce, medio de comunicación que había fundado en Culiacán, su ciudad natal. Los asesinatos de ambos detonaron protestas y reclamos en redes sociales.
Entonces como ahora, lo que piden los periodistas es siempre lo mismo. Todos imploran justicia y seguridad para un gremio castigado por los constantes asesinatos que casi en la totalidad de los casos quedan impunes. Y, en los pocos casos en los que se halla al culpable, este es solo el autor material. El artífice del delito, ese autor intelectual del asesinato de quien le resultaba molesto, casi nunca aparece.