Cuando hablamos Robert Eggers, hablamos de películas que suelen ser muy esperadas por todos. Los que hemos visto su trayectoria, con The Witch, y The Light House, podemos entender mucho mejor el porqué. Si de calidad y creatividad se trata, Eggers puede considerarse un diamante en bruto al momento de contar una historia turbia. Si decides ir a ver al cine su nueva película, The Northman, te encontrarás con una experiencia fuera de lo ordinario. Sea o no el género que te gusta, definitivamente se trata de un trabajo inolvidable. Esto debido a lo impactante que resultan sus dos horas de duración. La historia está basada en la leyenda medieval escandinava Amleth. Esta nos recuerda a la obra shakesperiana Hamlet. No se trata de una coincidencia, pues este William Shakespeare tomó su inspiración de ella. Y como ya sabemos, Hamlet terminó siendo muy conocida a través de la historia.
La historia de un guerrero legendario
Alexander Skarsgard es el encargado de dar vida a Amleth, un guerrero sangriento con un propósito claro y presente durante toda la película. “Te vengaré padre, te salvaré madre, te mataré Fjölnir”, es una frase que se dice una y otra vez. Este es, en muy resumidas cuentas, su destino. Sin embargo, se trata de una misión que nublará cualquier posibilidad de que nuestro protagonista experimente o descubra su propio camino. Porque para él, siendo un ser lleno de ira y rencor, realmente no existe otra cosa que su sed de venganza. Y la promesa que hizo por supuesto, de llevar estas acciones a cabo. Se trata sin lugar a dudas, de una verdadera joya vikinga.
Las actuaciones de The Northman son impecables. Pero, sin duda, es nuestro protagonista el que termina dando alma a la historia. Más allá de un entrenamiento físico brutal al que se tuvo que someter Alexander, la preparación emocional y psicológica es notoria y bárbara. Este da vida da un personaje verdaderamente atormentado, frustrado, lleno de ira que contener. Por otro lado, Anya Taylor Joy también luce mucho en la cinta. Esta manejó una combinación convincente entre una nobleza y astucia implacable. Esto la convierte en el elemento femenino que necesitaba la cinta para equilibrar todas sus aristas.
La visión del creador para la cinta
Robert Eggers tiene muy clara la atmósfera de pudrimiento que quiere transmitir. En ella expone la crudeza y el lado más salvaje más animal del ser humano. Primero, el tratamiento que hace de la leyenda original sobre la venganza. En segundo lugar, el heredar un propósito o una misión como la de Amleth, es sumamente impactante. Uno como espectador va encontrando el significando y dándole su propia interpretación a pesar de que la misión del protagonista es muy clara. Estamos, por tanto, ante una de esas cintas que llena a la audiencia de simbolismos para lograr obtener todo tipo de perspectivas. En otras palabras, esta supone una experiencia muy diferente para cada espectador que se encuentre en la sala del cine.
Hay un momento en el que el personaje de Amleth dice: “Yo nunca he vivido, pues después de que cumpla mi misión, decidiré si esto de la vida me gusta o no”. Es ahí donde nos hace reflexionar sobre cómo tener la vista y el alma en un propósito puede llegar a nublarnos todo lo demás. De cierta forma, nos resta vida. Nos aleja más del destino que creemos poseer y alcanzar. Nos aleja del presente y terminamos rebajando el camino como simplemente un medio para un propósito. En resumen, nos aleja de nuestra humanidad y nos convierte en seres ausentes.
Los elementos visuales y simbólicos
Es hermoso cómo la mitología de la leyenda se expresa a través de momentos mágicos. Aunque no queda claro si realmente están sucediendo o son imaginación de nuestros protagonistas, queda en decisión del espectador si es una imaginación o una realidad. Cualquiera de las dos formas es increíble. Ya que el director logra entrelazar y contrastar de una forma muy orgánica y elegante, lo que es fantástico y lo que no. Todos los personajes en esa región son creyentes de estas deidades. Estos tienen tan arraigadas sus creencias que, más que mostrar su interés por el espectro extra sensorial de estas imágenes, muestran cómo las pueden llegar a utilizar para justificar sus más profundos deseos.
Dentro de los aspectos técnicos, se destaca mucho la fotografía de Jarin Blaschke. Vemos un universo distinto al nuestro, con creencias e ideologías nórdicas interesantes. Estas son plasmadas en un festín visual muy impactante. Y es precisamente su cosmovisión la que nos está hablando a nosotros. La fotografía nos sitúa en espacios naturales inhóspitos. No solo son testigos de la brutalidad del ser humano, sino que también llegan a percibirse como cómplices. Como si el cielo y las montañas estuvieran vivos, siendo testigos y actuando en contra del protagonista.
The Northman, una épica hipnótica de inicio a fin
A la vuelta de la esquina tu destino puede ser reescrito ante una batalla colosal, de la mano de una espiritualidad que acompaña a cada uno de nuestros personajes. Todo en un contexto mágico y salvaje que no se pierde en ningún momento. Eggers logró mantener su toque en su transición hacia Hollywood. Esperemos que así siga siendo con el pasar de los años.
Todos los elementos están perfectamente en su lugar para dar orden al caos que manifiesta cada personaje. Nada es lo que parece y todo tiene un destino podrido y fatal. Esta es probablemente la obra más completa -y hasta podríamos decir que la más impactante- de Eggers. The Northman es una película de esas que ya no se hacen. Cualquier director puede contar una historia, pero, como dijo Martin Scorsese, “No todas las películas son cine”. Y esta, definitivamente, lo es. Y no solo para los amantes del cine vikingo, sino para cualquier persona que guste de historias heroicas, profundas y, por qué no, algo sangrientas.