Asadores por todo el estacionamiento, un fuerte olor a carne asada y música tradicional mexicana estaban presentes alrededor de las 7 pm en el estacionamiento del Estadio Akron. Aún faltaban dos horas para el pitazo inicial. En el ambiente palpitaba una sensación de entusiasmo y bastante confianza. Uno que otro aficionado del Puebla se dejaba ver con su playera bien puesta, aunque se perdía entre toda la marea rojiblanca. Todo hacía presagiar un final de victoria. Aun con un solo gol, el rebaño demostró que está imparable y no hay quien pueda con él.
Una hora del partido, el estadio se iba llenando de poco a poco. “Chelas, chelas” se podía escuchar con el gran eco dentro del estadio. Conforme fueron pasando los minutos se escuchaba poco menos ante los cánticos de la irreverente que iba entrando al estadio.
Al son de “Guadalajara, Guadalajara”, el equipo tapatío salió a calentar ante los aplausos del respetable. Mientras que con abucheos los poblanos salieron a hacer sus ejercicios pre competitivos. Todo estaba listo para el arranque del partido. El colegiado inició el partido a las 9:05 p.m, ni más ni menos. El Akron tenía unos cuantos huecos de asientos vacíos, los cuales se fueron abarrotando con el paso del partido. Para el medio tiempo la entrada había mejorado bastante, y ya tenía un marco espléndido para este gran evento.
El rebaño sagrado hizo valer su localía
El partido fue parejo de inicio a fin, con innumerables emociones por ambos lados de la tribuna. La afición local se hacía sentir con su apoyo en todo momento. “Dale, dale, dale, rebaño” retumbaba y los jugadores de Chivas respondieron ante el aliento de las gradas. En los minutos finales, Vega marcó el único gol del partido. Las cervezas volaron por todos los sectores, gente que no se conocía se abrazaba y brincaba festejando el gol que le daba la victoria a los tapatíos. El arbitro pitó el final y el grito fue ensordecedor. Un gran ambiente complementado por la victoria de los rojiblancos selló la noche perfecta para toda la afición local.