En El Despertador Panamericano tuvimos la oportunidad de conocer la Linea 3 del tren ligero de Guadalajara. La experiencia fue bastante gratificante, pues se sintió como estar en cualquier metrópoli europea. El recorrido se compone de 18 estaciones, 21 kilómetros, y media hora de tiempo, lo que, en conjunto, deja en el viajero un millón de buenas sensaciones.
Nuestra experiencia comenzó en la estación Zapopan Centro, en donde había una larga fila para adquirir la tarjeta Mi Movilidad. Con ella, el usuario puede viajar por toda la red de transporte público de la ciudad.
Al subir las escaleras y contemplar la modernidad de la obra, es fácil sentir enorgullecerse por Guadalajara. En el punto donde es necesario insertar el boleto, las puertas estaban abiertas, pues estos primeros días el servicio es gratuito. Además, allí mismo había un filtro sanitario con gel antibacterial.
Decidimos hacer el recorrido completo para poder apreciar todas las paradas. Justo antes de la estación Normal (CITRAM), la L3 recorre todo el centro de Guadalajara de manera subterránea. En la estación del centro fue donde hubo más movilidad, pues prácticamente se bajó todo el vagón. A partir de ahí, los viajeros parecían locales en su totalidad.
Llegamos al final de la línea hasta la Central Camionera, en donde mucha gente abordó con maletas. La L3 puede ser una gran opción para aquellos viajeros que llegan a Guadalajara en camión, ya que se ahorrarían más de 100 pesos de taxi.
Al darnos cuenta de que todos descendieron en el centro, decidimos hacer lo propio. Bajamos y dimos un gran tour en el centro de nuestra bella ciudad. Recorrimos la Plaza de Armas, entramos a la catedral a rezar, y caminamos hasta el Hospicio Cabañas. Una parte mía estaba feliz por volver a salir después de la pandemia, pero por otro lado me sentía triste porque no todo estaba abierto.
Después nos subimos en la estación de Independencia, y emprendimos el viaje de regreso hasta el otro extremo de la línea. Llegamos a la estación Arcos Zapopan, en donde hay muchos grafitis en los edificios aledaños, la mayoría apoyando al Atlas.
Luego de Arcos Zapopan, nuestra travesía había terminado, pues debíamos volver a Zapopan Centro para regresar a donde habíamos estacionado el coche. Entre la estación Mercado del Mar y Zapopan Centro, se encuentra el Panteón Municipal de Zapopan.
El recinto se puede apreciar desde cualquier vagón. Una señora, al ver que pasábamos por allí, soltó la siguiente frase: “Pues si se cae, al cabo ya caería en el panteón”. Con ello hacía referencia a los comentarios negativos que se han hecho en torno a la estructura de la L3, aparentemente insegura.
La mayor ventaja que encontramos es que podemos llegar a lugares lejanos sin gastar gasolina. El tiempo de traslado también es algo positivo, pues en coche habríamos hecho hasta 30 minutos al centro; mientras que con la L3 fueron solo 15 minutos.
El tema de estacionamiento en el centro de la ciudad es algo bastante complicado, y con la L3 es un pendiente menos de qué preocuparse. Al usar la Línea 3, reducimos la contaminación en nuestra ciudad, pues ya no tendremos que usar tanto el automóvil.