Con un sentimiento de patriotismo y nacionalismo ferviente, ese que incomoda, escribo aquí en defensa de mi México golpeado, maniatado y ultrajado. De mi país que olvida por necesidad. En donde esperamos el siguiente tiroteo, la siguiente matanza, el siguiente secuestro, el siguiente asesinato. Vengo en defensa de mi país, donde matan periodistas -que ya es plan de vida del futuro periodista que escribe-, activistas y luchadores sociales. Defiendo mi México violento porque desde que nací en esta tierra y he aprendido en ella, no he conocido otro país.
Ya es noticia otra vez Michoacán y personajes relacionados con el narcotráfico. Quintana Roo, uno de los estados ‘paradisíacos’ del país, se sitúa, por varios meses ya, en el punto de mira por sus tiroteos, extorsiones, asesinatos y niveles de inseguridad preocupantes. Es claro que la estrategia de seguridad ha fracasado (exceptuando la recuperación de algunos municipios de Michoacán -controlados por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)- por parte del Ejército).
Aquí principia mi defensa: militarización completa y férrea del país. El crimen organizado, especialmente el relacionado con el narcotráfico, es un cáncer que debe ser erradicado. Me atrevo a asegurar que estamos frente a organizaciones terroristas. Basta ver los drones con bombas que el CJNG utilizó en Aguililla y las minas enterradas en los caminos que conectan al municipio. O por el carro bomba en Ciudad Juárez de hace ya algunos años. O las mismas formas de tortura entre sicarios de cárteles rivales. Repito, estamos tratando con organizaciones terroristas. (No es necesario que un grupo terrorista busque el control político, pero sí el control social).
Las fuerzas policiacas no tienen la capacidad de hacer frente a los cárteles. Además, el Ejército es el cuerpo de control mejor adiestrado, disciplinado y equipado para adoptar este papel. Aquí recurro a una frase del presidente López Obrador: “Es el pueblo uniformado”. La Guardia Nacional es una buena estrategia, pero, considero, le falta afianzarse. Un gran primer paso ya lo tomó el presidente al incorporarla a la Secretaría de la Defensa. Mas, y aquí radica el argumento principal por que el sostengo la militarización, no hay que perder de vista algo: el narcotráfico es un cáncer que debe ser erradicado a toda costa. A un México violento, como el mío, hay que ‘salvarlo’ de los agresores. Y son los cárteles los que han contaminado el país.
Una salida para mi México
Por ahora la respuesta me parece clara: la militarización del país. Uno que apenas está estudiando y que ve desde atrás la situación, anhela la trinchera. Es desgarrador, doloroso, amargo, triste, leer sobre otro periodista asesinado en el país más peligroso para ejercer la profesión. Un profesor de la carrera nos dijo en clase alguna vez: “El periodismo necesita soldados, no mártires”. Es cierto, pero mi México todavía no está listo para eso.
Todavía faltan muchas generaciones para que al reportero se le proteja y se le considere por la labor que realiza. Estamos todavía en el precipicio. Entonces, aunque suene duro, el periodista debe prepararse para vivir en este país. Para asomarse a lo profundo de su patria y regresar -o no- para aliviar a su nación. Ésta, además de la militarización urgente, es la salida para mi México violento. El periodista mexicano que escriba sobre lo podrido de la situación y cómo encararla.
2 commentsOn En defensa de mi México violento
Los grupos organizados que operan al margen de la ley han venido “innovando” en los últimos años su modus operandi (trátese de grupos claramente reconocidos a nivel nacional o empleando pequeñas pandillas en una especie de asociación- subordinación, para seguir controlando espacios y expandirse) buscando implementar – o ya implementado en algunas regiones- un mecanismo de recaudación de ingresos con cargo al consumidor de productos básicos principalmente ( sin descuidar el negocio de las drogas). Ante esta nueva variante de actuar de estos grupos y con el respaldo de sus bases sociales, la autoridad del estado se ha erosionado por así decirlo, de tal forma que por incapacidad o complicidad (argumentando tratarse de delitos del orden federal) de las autoridades municipales y estatales, los gobiernos en turno ven en las instituciones con más legitimidad una luz al final del camino.
Que interesante nota
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