Después de dos años de pandemia, encierro y distanciamiento social, las manifestaciones a gran escala vuelven. También regresó “Un día sin nosotras”, en el que las mujeres no se hacen sentir por el ruido, sino por su ausencia. La invitación es que las mujeres falten a trabajar, a la escuela y que no participen en ninguna actividad por un día, el 9 de marzo.
Sin embargo, parece que el impacto que tuvo esta manifestación disminuyó con respecto a la de 2020. Hace dos años las empresas y universidades anunciaban y permitían que su comunidad y personal femenil se ausentara sin ninguna repercusión. Este año, la situación se ve diferente. Parece que las empresas y algunas mujeres esta vez no se vieron motivadas a ser partícipes de este paro.
A las 11 de la mañana en un centro comercial de Guadalajara la mayoría de los presentes son mujeres. Primero en el gimnasio. Al entrar se nota como un día normal, hombres y mujeres por igual. Una de ellas respondió que no se sintió motivada a hacerlo. Lo justificó porque son pocas personas en su trabajo y tiene horarios flexibles.
Salí del gimnasio y, en cuanto me acerqué al centro de la plaza, pude observar muchas personas, la mayoría mujeres, paseando entre las tiendas y comprando. Mientras recorría el lugar pude darme cuenta de que la mayoría de quienes atendían las tiendas eran mujeres. Me causó intriga y comencé a preguntar a algunas de ellas.
La primera me comentó que ella, a pesar de considerarse feminista, priorizaba el trabajo. Mencionó que por motivos personales no pudo asistir a la marcha del ocho de marzo. Por esa misma razón se encontraba trabajando en el día sin mujeres.
Hablando sobre lo sucedido hace dos años, comentó que aquel día tuvo que presentarse a trabajar, aunque en la escuela sí se le concedió el permiso de ausentarse. Sin embargo, me comentó que no sentía que el mensaje se enviara correctamente pues siente que es “como cuando en la escuela te decían que faltaras si así lo deseabas”, y ese no es el propósito del paro nacional.
Siguiendo el recorrido, hablé con tres vendedoras. Y de sus conversaciones me llamaron la atención varias cosas. La primera de ellas es que ninguna se consideraba parte del feminismo en su totalidad. Una comentaba que compartía algunas ideas, pero no la forma de hacer las cosas, mientras que las demás comentaron que creen en la justicia para todos. Lo siguiente que captó mi atención fue el hecho de que a ninguna de ellas las dejaron ausentarse. En todos casos, sus jefes no comunicaron nada acerca de este día.
Hablando sobre cómo vivieron el paro dos años atrás, una de ellas comentó que lo único que pasó fue que se ausentó de la escuela y siguió con sus actividades normales. Otra de ellas comentó que se rehusó a faltar tanto este como hace dos años, pues necesita más el dinero que quedarse en casa.
Día sin mujeres en la UP
Este año, la Universidad Panamericana publicó un comunicado en el que invitaba a las mujeres a adherirse al movimiento de ausencia de la vida pública. Y lo hacía justificando sus faltas. Por ello, tanto alumnas como maestras pudieron decidir no asistir a sus labores de trabajo o estudio en el campus.
Cabe destacar que, de los más de 3,600 alumnos que tiene la universidad, más del 55% son mujeres. Dentro de la carrera de Comunicación, se registró una asistencia del 62% en audiovisual, en RP del 81% y en periodismo del 52%, lo que habla de una disminución notoria en cuanto la asistencia de un día
Aulas semi vacías, pasillos con escasos murmullos y cajones de estacionamiento libres en todos los niveles es lo que se pudo palpar este día en la UP. Varias clases quedaron canceladas, pues la asistencia promedio disminuyó considerablemente en comparación a lo habitual.
Los salones se veían prácticamente vacíos. Por grupo había entre dos y cuatro alumnos en la mayoría de las clases. Aunque también cabe destacar que sí hubo algunas mujeres presentes. Compañeras y maestras que así lo desearon se presentaron sin problema. A diferencia de las de la plaza, que no tuvieron la opción de ir o no ir.
Final del día
El día concluyó. Al final, con lo vivido queda la impresión de que este año no tuvo el impacto que en 2020. Mujeres y lugares de trabajo decidieron seguir con el día como si fuera cualquier otro. A excepción de algunas cuantas empresas, como nuestra Universidad, que facilitó especialmente ausentarse con libertad.
Ahora solo queda esperar el impacto que podrá tener este día en lo sucesivo. No sabemos si en futuras ediciones regresará más potente o si con los años perderá su fuerza y su esencia iniciales. Lo único cierto es que, en la medida en que las mujeres consigan la igualdad y se sientan seguras, no importará dónde se encuentren cada 9 de marzo.
Trabajo realizado por Daniel de la Torre y César Serrano.