La tecnología es una herramienta crucial en la enseñanza virtual, pero no lo es todo. En El Despertador Panamericano nos entrevistamos con Julián Ochoa, Maestro en Pedagogía de la Universidad Panamericana Guadalajara. Es conferencista sobre temas como Educación y Nuevas Tecnologías. Asimismo, imparte la materia Entornos tecnológicos y virtuales de la educación, que deben tomar todos los profesores como parte de su profesionalización y actualización como docentes universitarios.
Alexandra Rank: A mediados de marzo se anunció la suspensión de las clases presenciales para los diferentes niveles de educación. ¿Cuál fue su primera sensación o pensamiento al escuchar eso?
Julián Ochoa: Lo que me preocupaba en cuanto a mis clases era cómo mantener la atención y cómo poder dialogar con todos los alumnos. Como no puedes verlos a todos al mismo tiempo, me preocupaba cómo mantener esta interrelación personal.
A.R.: La UNESCO reconoció la adaptación de México a la educación a distancia ante la Covid-19. ¿Cómo se fue posicionando México al inicio de la cuarentena en cuanto a la enseñanza virtual?
J.O.: No es lo mismo la adaptación de la primaria, secundaria, preparatoria o de la universidad. Tampoco en las escuelas públicas y privadas. En muchas escuelas privadas y en ciertas regiones de México no se cuenta con toda la tecnología para poder acceder a una clase face-to-face con los alumnos. Por lo menos, la adapatación que se hizo en la educación básica fue muy buena porque no fue necesariamente una clase sincrónica. Es decir, el profesor, la pantalla y los alumnos al mismo tiempo. Se capacitó a los profesores para que ellos prepararan materiales para una autogestión asistida por los padres. Por supuesto, esto tiene su reto: Los padres toman una actividad totalmente presencial y más activa en la educación de sus hijos porque ahora están intermediando entre lo que dice el profesor y lo que tienen que estudiar los hijos.
Los hijos saben de tecnología, los papás saben poner orden
A.R.: Los padres empezaron a interferir más activamente en la educación. ¿Es eso un problema?
J.O.: Es un problema que se ha ido resolviendo poco a poco. Muchas veces por la ayuda de los propios hijos que son los que saben más de tecnología. Sin embargo, los papás podrían ayudar no tanto en cuanto a los conocimiento, sino en poner orden. Sobre todo, su papel ha sido en acompañamiento y responsabilizar a sus hijos. Tienen que cumplir con sus responsabilidades aunque no estén físicamente en la escuela. El derecho primordial de la educación de los hijos recae en los padres.
A.R.: ¿Realmente se va a aprovechar de la situación para aprender o solo va a contar como un estado de excepción?
J.O.: Estoy completamente seguro de que la normalidad no va a ser la misma. Las cosas no pueden volver a ser igual. La tecnología no es un fin educativo en sí mismo, sino una herramienta. Definitivamente ayuda a alcanzar unos obetivos de la clase. Pensemos en el trabajo colectivo, la redacción grupal en un documento o en la búsqueda de información académicamente válida por internet.
Un tutor para los maestros
A.R.: ¿Cómo está cambiando la percepción por parte de los maestros?
J.O.: El miércoles pasado platiqué con 22 profesores de la universidad. Hablamos de cuál había sido su experiencia con la necesidad de usar completamente la tecnología para impartir sus clases. Definitivamente tenemos una diferencia en los grupos de profesores. En contraste con aquellos que son totalmente tecnológicos, hay otros que nunca lo han usado. Sobre todo, hay barreras para aquellos que no tienen que ver directamente con la parte tecnológica debido a las materias que imparten. Pero, con un poquito de acompañamiento, en la mayoría de los casos sí pueden alcanzar a incorporar la tecnología. Pero, al ser un tutor más que un maestro, si no, se sienten presionados y obligados.
A.R.: ¿Cuáles son los elementos cruciales para implementar con éxito la enseñanza virtual?
J.O.: Al momento de utilizar la tecnología es importante no olvidar las cuestiones básicas de una clase, es decir, las metas que debe alcanzar una clase. ¿Qué quiero que los alumnos aprendan? Tenemos que tener una introducción a la clase, un desarrollo y unas conclusiones. Por lo tanto, no podemos pensar en implementar una clase virtual solo con el profesor hablando y los alumnos escuchando. Tiene que ser un proceso de aprendizaje interactivo. ¡Ojo!, con participar no me refiero solamente a que los alumnos hagan preguntas al profesor, sino que desarrollen actividades, que puedan escribir y trabajar colectivamente. Incluso pienso que en algunos momentos podemos dejar a transmitir el video. Por consiguente, se puede dedicar el tiempo para hacer un análisis de una lectura. Quizás en equipos virtuales de tres que luego van a sacar unas conclusiones por medio de un mapa conceptual.