LA LOGOTERAPIA SEGÚN VIKTOR E. FRANKL
La primera fuerza motivante es el sentido de la vida; algo por lo que estás dispuesto a vivir y a morir. Solamente encontrándolo se puede alcanzar un fin satisfactorio. La voluntad de encontrar el sentido —el cual no nace de la existencia, sino que se encuentra en la misma— es cuestión de hecho, no de Fe.
Viktor Emil Frankl, célebre austriaco sobreviviente de varios campos de concentración, quien también fue psiquiatra, filósofo y neurólogo, fundó la Logoterapia para “sanar a través del sentido”.
La Logoterapia no es clínica; contempla temas espirituales como el afán por encontrar el sentido de la vida o la frustración del mismo. Este último sentimiento es llamado frustración existencial, el cual denota elementos que residen en el núcleo espiritual de la personalidad humana; la existencia, su sentido, y la voluntad de encontrarlo. Los principios morales no nos empujan a encontrar este significado de la vida, nos jalan, tiran de nosotros. Lo que hacemos, lo hacemos por llegar a una meta o por alguien, no por ser impulsados moralmente hacia ella.
El tipo de terapia anteriormente mencionado, pretende que el paciente cobre conciencia plena propia —él decide si interpretar su existencia como responsabilidad ante alguien o ante su propia conciencia— para así ampliar el campo visual de los valores y el sentido existencial.
El sentido de la vida
El sentido de la vida de cada persona cambia conforme pasa el tiempo, por lo que no hay una fórmula para encontrarlo —toma lugar en un momento preciso y en un hombre preciso—; su tarea es única, al igual que la oportunidad de consumarla. Inversamente, la capacidad de responder y consumar estas tareas es conocida como esencia de la existencia; ésta evita la autorrealización, el usar al mundo como un medio para conseguir lo deseado; pues únicamente se tiene esta esencia de la existencia, cuando se completan las tareas anteriormente presentadas.
La noodinámica se hace presente cuando se busca el sentido de la existencia sin importar las circunstancias presentes; cuando el por qué soporta y supera al cómo. Esto es algo que no permite el conformismo —hacer algo porque los demás lo hacen— ni el totalitarismo —hacer algo porque alguien quiere que lo haga—, pues estas actitudes dan lugar al vacío existencial que puede esconderse bajo disfraces y máscaras; lo que lleva a llenar un vacío de voluntad —por encontrar sentido a la vida— con voluntad de placer; eso por ello que la frustración existencial puede llevar a desenfrenos lujuriosos u otro tipo de actitudes y conductas lesivas.
Hay dos maneras principales de evitar el vacío de voluntad: La primera manera es por medio del amor, que ve las capacidades y el sentido de la vida de otro y más allá. Es por medio del amor que uno motiva a otro a perfeccionar sus capacidades sin que este último lo busque, debido a que se entrega a alguien y no cae en la autorrealización. La segunda manera de prevenirlo es aceptando todo tal cual es, siendo positivo, y aprovechando los sufrimientos convirtiéndolos en principios morales, que, como anteriormente dicho, tiran de uno.
El ser humano es auto-trascendente. Se supera a sí mismo, dado a esto, no se pueden predecir comportamientos como se hace con máquinas o robots. Tenemos la libertad de escoger lo que hacemos, pero esta se debe complementar de la responsabilidad de conservarse la dignidad humana a uno mismo y a los demás.
El hubiera no existe, pero si se vive el ahora como si ya se hubiese vivido, si se toma la oportunidad de descubrir y realizar el sentido de la vida en cada momento, entonces, se estará viviendo el presente de la mejor manera; llevando una vida intensa y alegre, aunque esta no suscite envidia en otros.