Veintisiete años después de los primeros feminicidios en Ciudad Juárez, la violencia contra las mujeres sigue constituyendo uno de los problemas más importantes de México. Desde el inicio de la cuarentena se ha observado un enorme incremento en la tasa de asesinatos femeninos en nuestro país. Las líneas de denuncia de violencia doméstica se encuentran cada vez más saturadas, mientras el número de casos que esperan justicia va en aumento.
Desde marzo hasta agosto, se han registrado un total de 163 feminicidios en el país. No podemos evitar pensar en los otros cientos de casos que permanecen desconocidos o silenciados por las víctimas que aún no han alzado la voz. Ya sea por miedo al maltrato físico, psicológico, o por las consecuencias y secuelas que ésta podría dejar. Tanto las víctimas como los abusadores usualmente nacen en el seno de familias disfuncionales, donde la violencia y los roles de género llegan a límites preocupantes.
Fernanda Zavala: ¿Por qué considera que existe el feminicidio?
Yolanda Faus. El feminicidio existe por una fuerte misoginia en nuestros tiempos. Un odio y desprecio directamente hacia las mujeres. México es el país con más número de feminicidios por una combinación de misoginia y machismo, donde el hombre se cree superior a la mujer debido a los roles impuestos desde una temprana edad.
Y. F. Cuando viene de una historia familiar en donde hubo maltratos y abusos, especialmente en la infancia. Los aspectos que tienen en común las víctimas son una mala autoestima, por lo tanto no ponen límites y permiten muchas de las agresiones. Los principales abusadores suelen ser parejas, ex parejas y familiares.
Y. F. Son escasos los casos de maltratadores dispares. Por lo general hay un perfil controlador, rígido, autoritario, son chantajistas, con cambios de humor frecuentes, crueldad, insensibles y seductores. Tienen un gran don de seducción, después de un tiempo sacan su lado agresor. Generalmente no se arrepienten de las acciones cometidas y tienen pocas habilidades sociales. Finalmente, no tienen control emocional ni trabajo personal. Muchos también vienen con un historial de abuso y maltrato, aspecto que pueden compartir con sus víctimas.
Y. F. Impacta en la infancia de manera determinante en la autoestima. Eso genera inseguridad, ansiedad, depresión, etc. Los niños que han sufrido maltrato físico o son víctimas, o son victimarios. Sin embargo, contradiciendo a Freud, quien decía que “la infancia es destino”, no estoy de acuerdo. A pesar de la infancia, la persona puede decidir su historia. Pero siempre acompañado de un proceso y trabajo de terapia personal, enfocándose principalmente en la parte emocional.
Y. F. Por supuesto. Los roles y la educación que reciben los niños desde casa va a poner de manifiesto la forma en la que se desenvuelven y cómo deciden actuar con sus semejantes (en este caso con la mujer). Son muy comunes en México los casos de padres machistas que van inculcando esta superioridad del hombre hacia la mujer. Los niños crecen con esta mentalidad y las niñas crecen con pensamientos machistas, como y comentarios como “recoge los platos porque eres mujer”, “sírvele a tu hermano”, “los hombres deben golpear para defenderse pero las mujeres no porque son señoritas”, “ese niño te hace daño porque le gustas”, entre otros. Así, se va aceptando ese maltrato como un comportamiento de cariño. Es muy importante la educación emocional en los niños para evitar el abuso y agresiones.
Y. F. Las medidas que debería tomar el gobierno entrante para minimizar este fenómeno es justamente prevenir hacer justicia después del feminicidio. Sin embargo en México la “justicia” muchas veces no es justa. Las penas deberían ser más severas y los casos deberían llevar el debido proceso para ser escuchados. Si verdaderamente pudiéramos lograr acción y educación colectiva, habría una baja en la tasa de feminicidios, independientemente de que nos encontremos en una pandemia o no. Porque sí hay información al respecto; lo que hace falta es una verdadera concientización. En resumen, deberíamos educar y prevenir; no intervenir cuando ya está el daño.
Y. F. Generalmente recibo pacientes con agresión psicológica más que física. Respecto al estado anímico y psicológico de las personas que han sido maltratadas y que acuden a terapia, se trata usualmente de pacientes que padecen depresión, ansiedad y que incluso se refugian en las adicciones. Es cierto que hay un poso cultural, pero este no justifica la violencia de género. Más bien, puede haber una comprensión por ese poso cultural. Por eso insisto en que la educación desde casa es crucial para no normalizar el abuso de ninguna forma.
Y. F. La violencia es violencia. Si es específicamente en contra de la mujer sería violencia de género debido a que se trata de misoginia. Si es en la familia en general con los hijos es doméstica. El abusador también puede ser una mujer; no debemos excluir esos casos.
Y. F. Las formas que suele tomar la violencia psicológica van desde humillaciones, intimidaciones, chantajes, amenazas, críticas, descalificaciones, burlas, control, insultos. No es tomada tan en serio porque las agresiones físicas son evidentes en el cuerpo. Desde moretones, fracturas y heridas expuestas. Y el maltrato psicológico es silencioso y devastador para la persona que lo sufre y difícil de detectar a veces. Hay casos donde hay apoyo y se realizan estudios para aseverar que así fue. Pero definitivamente, en nuestra sociedad, el maltrato físico es más propenso a causar preocupación. Ambos son igual de devastadores en sus formas.
Y. F. Desgraciadamente, en nuestro país les tememos más de lo que confiamos, porque estos hombres también suelen tener el típico perfil misógino-machista y porque sorprendentemente no suelen creer en las versiones que éstas les dan aunque sean evidentes los daños físicos. Hay una mentalidad respecto a que es más probable que la mujer esté exagerando, al igual que se minimizan incluso las marcas físicas más fáciles de detectar. Debería haber más sensibilización y concientización para que puedan atender estos casos de una manera eficaz y justa.