En el fútbol existe la máxima de primero controlar el balón y después correr. Ayer el estratega rojiblanco José Saturnino Cardozo mostró la antítesis de dicha regla. El esquema con el que se presentó el Guadalajara para enfrentar a los Pumas en los octavos de final. De la Copa MX reflejó que los tapatíos, más que pensar en dicho partido. Tenían la mira puesta en el clásico nacional, que se diputará el fin de semana.
Con un once plagado de suplentes, en el que destacaba la presencia de Alan Pulido. Se podía pronosticar un resultado negativo, ante un equipo universitario que apostó por una mezcla de titulares y suplentes. Mientras, Cardozo improvisó posiciones, al colocar al juvenil Alejandro Zendejas como lateral izquierdo, posición que desconoce. Y que evidenció tras cometer un error en el primer gol. Además de alinear a Benjamín Galindo -un central que más que dar seguridad genera incertidumbre-. El frente de ataque estaba conformado por Pulido, Godínez y Sepúlveda. Que no generaron fútbol; más bien se estorbaron constantemente, demostrando así una nula coordinación de movimientos.
Si bien se podría caer en señalar directamente al estratega rojiblanco, sería ventajista hacerlo pues, aunque él coloca las fichas. Son los jugadores los que interpretan el juego. La actitud mostrada por los tapatíos no fue la correcta. En muchos sectores de la cancha se veía a un Chivas displicente. En la zona defensiva daban demasiadas concesiones a los atacantes universitarios. Mientras que en el medio de la cancha y en el frente de ataque se carecía de verticalidad. Y generación de juego ofensivo; allí, el único que pedía el esférico era el capitán, Carlos Salcido.
Si, además, tenemos en cuenta las carencias del Guadalajara. Es justo darle mérito a los Pumas de David Patiño. El conjunto universitario se plantó en el Estadio Akron con mucha seriedad, dando al encuentro la importancia que merecía, con un equipo que presentaba a jugadores habituales como Saldívar, Jáquez, Mozo, Mora, Iturbe y Alustiza. Estos miembros del equipo demostraron madurez y oficio para manejar el encuentro y concretar sus ocasiones de cara al marco, para poner fin a una racha de 36 años sin ganar en tierras tapatías.
La fiesta grande
Cardozo ha decidido apostar todo por la liga. Es una apuesta legítima tomando en cuenta que el Guadalajara no entra a la fiesta grande del fútbol mexicano desde el Clausura 2017, donde los rojiblancos se coronaron como campeones de liga y copa. Sin embargo, lo que molesta a la afición es la forma en la que Chivas tiró la Copa MX, cuando en campañas anteriores los rojiblancos habían revalorizado dicho torneo.
Al Rebaño se le puede analizar desde diferentes aspectos, pero la principal crítica que se le puede hacer es que no ejerce un buen manejo de partido. Chivas debe comenzar por ser decisivo en ambas áreas, pues no basta con dominar los partidos la mayor parte del tiempo. Lo importante, como en casi todas las esferas de la vida, son los resultados. Ese dominio de la defensa y del ataque debe reflejarse en el marcador y, si no se tiene el suficiente oficio para mantener los resultados, los del Guadalajara estarán tirando la copa. Con el clásico nacional a la vuelta de la esquina, el encuentro representa el punto de inflexión que los tapatíos necesitan para engancharse a la liga.
Foto extraída de: Televisa Deportes
