Las marchas por la igualdad del día de ayer, y las ausencias de hoy, son el reflejo del hartazgo de un país donde más de la mitad de las personas desaparecidas en México son mujeres. Donde asesinan a 11 de ellas todos los días. Donde cada hora que pasa, en promedio, una mujer pide apoyo por situaciones de violencia. Y en un cartel en la marcha de Ciudad de México se lee: Si no marchamos juntas nos matan x separado.
Además de la violencia física, las mujeres sufren falta de oportunidades que les permitan una vida digna. Según datos del INEGI, las mujeres son el grupo más vulnerable en cuanto a desempleo. En 2021 pasaron de 790,730 a 894,320 mujeres sin trabajo. Esto supone un aumento del 13.1% en comparación con 2020. Pero… ¿qué hace falta para que las mujeres puedan conseguir un buen trabajo y un poco más de igualdad?
Para empezar, para muchas de las asistentes a las marchas, el Día de la Mujer no se puede limitar al 8 o al 9 de marzo. Marlen Escotto, conductora del podcast Desde el corazón, afirma: “Todos los días son de lucha, abriendo esta conversación y defiendiéndonos entre mujeres. Debemos abordar desde temas sociales, legales, civiles y federales, hasta de salud”.
Para que las mujeres alcancen la igualdad de derechos el primer paso es su emancipación económica. Y eso pasa por la educación. Mujeres educadas ayudan a civilizaciones enteras. Hacen una contribución significativa a la economía, así como a la salud, nutrición y la educación de sus propias familias.
En México, desde la época colonial, las mujeres podían tener acceso a la educación. Eso sí, solamente en cuanto al mantenimiento del hogar y el cuidado a la familia. En 1868 se abrieron escuelas secundarias para niñas, y entre 1871 y 1890 el bachillerato y la educación superior. En ese momento, las mujeres solo podían acceder a estudios de enseñanza y enfermería, ya que se creía que era una adición a la vida en matrimonio.
Hoy en día, afortunadamente, las mujeres contamos con las mismas opciones de estudios que los hombres. Los datos del Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU) mencionan que las mujeres han tenido rápido aumento de la matriculación en la educación superior. Concretamente, entre el 2000 y el 2018 la tasa bruta de matriculación en la enseñanza superior en el caso de las mujeres subió del 19% al 41%. En el mismo periodo, en el caso masculino en los hombres aumentó del 19% al 36%.
A pesar de estos datos, todavía hay varios factores que impiden a miles de niñas recibir una buena educación. La violencia y el abuso sexual intrafamiliar son algunos de ellos, pues perjudican a las posibilidades de las mujeres de obtener una educación en variedad de formas. Muchas niñas y mujeres jóvenes abandonan la escuela debido al matrimonio precoz y al empleo doméstico. También el acoso sexual en lugares públicos puede obligarlas a retirarse a sus hogares.
Pinche vieja quedada. Se dice de una mujer, en México, que nunca se casó. Como si la meta y el plan de vida fuera conseguir un hombre. Algo que ya nos dijo Simone de Beauvoir. Que todo se resuelve en a ver quién se casa primero. A las que no encontraron a nadie les toca forrar biblias. Porque, como dice la filósofa, el hombre es el ideal y la mujer es lo otro. Ella es dependiente de él.
Marlen Escotto afirma que existen “miles y miles de personas” que luchan día con día para abolir y erradicar esta desigualdad. Pero, insiste, “siguen existiendo estigmas y personas que ignoran esta lucha y están constantemente cerrados a escuchar esta conversación sobre la equidad”.
Para que la mujer sea independiente necesita un trabajo remunerado. El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe señala que, en México, las mujeres trabajan 42.6 horas semanales en el ámbito privado sin remuneración. Así, este es el país de la región donde las mujeres trabajan más horas sin cobrar por ello.
América Becerra y Paola Santellan son autoras del artículo Mujeres: Entre la autonomía y la vida familiar. El trabajo, publicado en la Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, hace referencia a que en la sociedad mexicana a las mujeres se les atribuyen las funciones de reproducción y cuidados. Ambas son actividades no remuneradas y sin reconocimiento social.
Las investigadoras sentencian: “Las mujeres se enfrentan a una diversidad de dificultades y obstáculos que no pueden ser explicados solamente por la dinámica del mercado de trabajo. Existen otras dimensiones socioculturales, como las relaciones de poder. Y representaciones sociales del trabajo, roles (el “deber hacer” y “deber saber”) y estereotipos de género (el “deber ser” y “deber sentir”) que regulan las prácticas sociales”.
Actualizado el miércoles, 9 de marzo a las 18 horas
Reportaje escrito por Osiel González Hernández y Michelle Rodríguez Espinosa de los Monteros