Elon Musk ha dado un paso decisivo en su carrera, esta vez hacia el sector público. Recientemente nombrado por Donald Trump como responsable del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el empresario busca reestructurar la administración federal de Estados Unidos. Este movimiento promete ser uno de los más disruptivos en la historia reciente del gobierno estadounidense.
El objetivo de Musk es claro: reducir el número de agencias federales de 428 a tan solo 99. Esta estrategia busca optimizar los recursos y disminuir la sobrerregulación que, según Musk, paraliza el crecimiento del país.
Entre las agencias bajo evaluación están el Departamento de Educación, el FBI y la Comisión Regulatoria Nuclear. Musk planea analizar sus responsabilidades y determinar cuáles deben permanecer activas para garantizar la eficiencia.
El DOGE operará como un asesor externo, trabajando con la Casa Blanca y la Oficina de Administración y Presupuesto. Esta configuración permitirá que Musk continúe liderando Tesla, SpaceX y X. Esto será posible sin necesidad de la aprobación del Senado. Además, Musk colaborará con Vivek Ramaswamy, otro gran empresario y donador clave de la campaña de Trump.
El proyecto de Musk tiene un plazo definido: el 4 de julio de 2026, coincidiendo con el 250 aniversario de la fundación de Estados Unidos. Para entonces, busca haber reducido el presupuesto federal en 2 billones de dólares. Actualmente, el gasto fiscal anual del país asciende a 6.75 billones, gran parte destinada a programas sociales y de defensa.
El papel de Musk en el DOGE también podría beneficiar a Tesla, su compañía de vehículos eléctricos. La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) ha sido un obstáculo recurrente para la empresa. Ha impuesto revisiones y regulaciones que Musk ha criticado públicamente. Como responsable de la eficiencia gubernamental, podría influir en las políticas que afectan al sector automotriz y tecnológico.
La visión de Musk para el DOGE promete ser innovadora y revolucionaria. Algunos celebran su enfoque tecnocrático y empresarial. Otros advierten sobre los riesgos de concentrar tanto poder en una figura privada. Sin embargo, este experimento político tiene el potencial de redefinir el gobierno federal. También podría marcar un precedente en la relación entre el sector público y privado.